@nidotzin
La prohibición de las drogas ha variado en el tiempo y en el espacio. Plantas y sustancias psicoactivas que hoy son ilegales y relacionadas con las alteraciones mentales o el crimen, en otros momento han sido medicamentos que incluso se anunciaban en la prensa. En algunos casos la publicidad referente a opiáceos, cocaína, anfetaminas y barbitúricos se concentró en revistas de corte exclusivo para los médicos, pero en otros también se difundió en periódicos de circulación nacional, obviamente patrocinadas por las farmacéuticas
El siglo XIX fue una época de descubrimiento de alcaloides psicoactivos y en la que las boticas y farmacias se encontraban repletas de jarabes, ungüentos, pastillas y otros preparados con opio, morfina, cocaína o marihuana. Algunas continuaron ofertándose en la prensa médica de principios del siglo XX. Como las Grageas Gosierine Dalloz que se anunciaron como eficaces medicamentos para quitar el dolor y desinfectar la boca y vías respiratorias; que contenían: mentol, borato sosa y cocaína. Por el contrario, en otros casos se señalaba la ausencia de sustancias narcóticas en los preparados farmacéuticos. Como la Pasta y Jarabe de Nafé de Delamgrenier, procedente de París, que anunciaba que como su producto no contenía morfina, codeína y opio podía ser consumida por niños con tos.
Posteriormente, la prohibición de las drogas colocó a los productos con cocaína o derivados del opio a un estricto control médico, fuera del público general o en el ámbito de lo ilegal. Sin embargo, pronto llegaron nuevas drogas para curar tanto afecciones psiquiátricas, como otras enfermedades. En particular, los barbitúricos, sustancias con propiedades hipnóticas y sedativas y anticonvulsivas, fueron ampliamente anunciados en la prensa para dormir o por si se padecía de “nerviosidad”.
Asimismo, las anfetaminas un grupo de fármacos estimulantes, de las cuales algunas aún pueden encontrarse en las farmacias pero como sustancias controladas, hace algún tiempo se vendían como útiles inhaladores para la congestión nasal. Este producto se publicitó como un medicamento de carácter científico, portátil y eficaz por si se tenía la “nariz tupida”. “Sea precavido, Compre hoy mismo inhalante de bencedrina”.
Aunque con el tiempo se incrementaron las sustancias psicoactivas restringidas y más aún fueron vetadas de la prensa. Aún quedaba el halo enigmático alrededor de ciertas drogas y se tenía la estimulante opción de usar un perfume con olor a cocaína.